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BLADE RUNNER 2049, de Denis Villeneuve


Tres décadas y media después de redefinir la ciencia ficción cinematográfica, Ridley Scott regresa con la anticipada secuela de “Blade Runner” (1982), pero ahora fungiendo sólo como productor y con el cineasta canadiense Denis Villeneuve ocupando la silla de director, quien propone una personal continuidad a ese futuro inspirado por el relato “Do androids dream of electric sheep?” del maestro de la ciencia ficción literaria Philip K. Dick.

“Blade Runner 2049” nos vuelve a sumergir en la distopía treinta años después de los sucesos del filme original en la misma ciudad de Los Ángeles, una megaurbe que, ahora con lluvia y nieve perpetua, luce grisácea y fantasmal. En ese apocalíptico mundo «vive» K (Ryan Gosling), un replicante programado para dar cacería a los fugitivos de su propia especie y en cuya más reciente misión –«retirar» al replicante encubierto Sapper Morton (Dave Bautista)– descubre un secreto que lo involucra directamente y que pone en riesgo el status quo, especialmente cuando el magnate Niander Wallace (Jared Leto) resulta sumamente interesado en descubrir todo sobre ese secreto para poder perfeccionar su más reciente línea de replicantes y así tomar el control como la nueva especie dominante.

Esta secuela posee el gran presupuesto habitual de los blockbusters contemporáneos, pero con $150 millones de dólares Villeneuve manufactura cine de autor de gran envergadura y rehuye de la salida fácil de volver a contarnos la misma historia como lo han hecho ya otras propuestas de la ciencia ficción hollywoodense como “Jurassic World” (2015) y “Star Wars: Episode VII” (2016), las cuales sólo maquillaron un guión que era, en esencia, la misma historia que les dio origen.

Y es que, por el contrario, aunque “Blade Runner 2049” podría ser considerada una secuela innecesaria –pues la película original era redonda–, la historia que nos narra se siente orgánica y es completamente consecuente con las hipótesis planteadas en la cinta original como la esclavitud, el dilema existencial, el libre albedrío y el nacimiento de la conciencia más allá de la programación, y se atreve a llevarlas un paso más allá; aquí ya no se trata del shakespeariano ser o no ser, sino del ser y del querer ser, para luego descubrir no ser lo que se pensaba pero tomar conciencia de un libre albedrío, de un poder de elección para ser algo más.

Más allá del nacimiento de la conciencia, esta secuela gira en torno la construcción de la identidad mediante la memoria y su veracidad; el saberse replicante, saberse artificial con una mentira como base de su «vida», pero también saberse con la posibilidad de labrar un camino propio, uno que es diametralmente opuesto al ya recorrido. Además, “Blade Runner 2049” nos plantea una aproximación a las necesidades emocionales de los replicantes, proponiendo el tema de una intimidad con una inteligencia artificial sin forma física –Joi (Ana de Armas)–, algo ya explorado cinematográficamente como en la propuesta reciente de “Her” (2013), de Spike Jonze, pero que aquí toma un sentido distinto al ser un replicante y no un humano como Theodore (Joaquin Phoenix) quien entable una relación sentimental con un software avanzado. En cierto sentido, K se convierte en el nuevo Roy Batty (Rutger Hauer), un replicante en busca de su origen y destino, y es ahí donde Rick Deckard (Harrison Ford) reaparece, y junto con el nuevo Blade Runner prófugo ensamblarán las piezas del rompecabezas que los une.

El discurso formal con las composiciones visuales de larga duración propuestas por el siempre magnífico lente de Roger Deakins –quien ya había colaborado con Villeneuve en “Prisoners” (2013) y “Sicario” (2015)–, y las composiciones a cargo de Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch –quienes no temen en ningún momento emular al espíritu de Vangelis pero con una impronta personal– logra dar una continuidad natural a las atmósferas de la película original, pero agregando la violencia que inevitablemente ha adquirido este mundo distópico a lo largo de tres décadas; ese mundo en el que siguen gobernando las corporaciones, donde la tecnología y el capitalismo alcanzan niveles cada vez más invasivos, y la manipulación genética no sólo se requiere para replicar humanos esclavos de mente, sino también como una herramienta para replicar el alimento que nos permitiría sobrevivir.

“Blade Runner 2049” funciona como digna secuela de una obra maestra. El director de “Arrival” (2016) nuevamente ha creado una película de impecable factura y excepcional desarrollo narrativo que, de la misma manera que ocurrió con la película protagonizada por Amy Adams y Jeremy Renner un año atrás, se erige como un clásico instantáneo de la ciencia ficción fílmica del nuevo milenio y que, como la obra original a la que da continuidad, se convertirá en un título de culto imprescindible.

BLADE RUNNER 2049 2017 | Dir. Denis Villeneuve | Actores: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Sylvia Hoeks, Robin Wright, Mackenzie Davis, Carla Juri, Lennie James, Dave Bautista, Barkhad Abdi, David Dastmalchian, Hiam Abbass, Edward James Olmos.

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